jueves, 31 de marzo de 2011

Los bares, qué lugares... (I)


Pues, eso, que como diría el estribillo de la canción de Gabinete Caligari Al calor del amor en un bar, me di cuenta de que los bares, menudos lugares..., el pasado domingo día 27 en que volvía al barrio de otro viaje, en plena hora de chiquiteo y vermú, rabeo y tapeo. Y, como suele suceder en la mayoría de las ocasiones, que los árboles no dejan ver el bosque, también pasa con los bares de Astrabudúa.

Bares, tabernas y tascas. Cafeterías y degustaciones. Txokos y restaurantes. Numerosos locales de esparcimiento y alterne jalonan nuestras calles y plazas, siendo parte importante de la idiosincrasia de nuestro barrio.

Sin querer enfatizar la diferencia –no pensemos que somos distintos a los habitantes de otras localidades-, es cierto que los bares de Astrabudúa están muy arraigados, para bien o para mal, en nuestra manera de ser y de entender la vida. Y, sinceramente, creo que pocas veces nos damos cuenta de ello, puesto que forman parte del paisaje de nuestro barrio... de lo cotidiano. Y, claro, no solemos dar relevancia a lo que incluimos en ese apartado de nuestras vidas, hasta que nos falta.

Soy persona que utiliza mucho el diccionario. Permítanme trasladar, entonces, literalmente, a estas líneas las dos acepciones que de bar recoge el diccionario de la Real Academia: (Del ingl. bar, barra), 1. Local en que se despachan bebidas que suelen tomarse de pie, ante el mostrador. 2. Cierto tipo de cervecerías.

¡Qué definiciones, sobre todo la primera, tan frías, académicas y de falta de humanidad!.

En cambio, es más acertada la definición de taberna -término que para disgusto de algunos no procede del vascuence-: (Del latín taberna), Establecimiento público, de carácter popular, donde se sirven y expenden bebidas y, a veces, se sirven comidas.

Me resulta mucho más de mi agrado esta definición por el sentido popular, que realmente tienen los bares y más en localidades como Astrabudúa.

He realizado el ejercicio mental de contar todos los bares y cafeterías que pueden encontrarse en nuestro barrio. Ha resultado muy divertido y he hallado gratas sorpresas, como, conocer el número exacto de tabernas y tascas y descubrir los verdaderos nombres de ciertos locales, conocidos coloquialmente por otras denominaciones.

La lista la publicaré en una próxima entrega de Astrabudúa: Vida y Circunstancias. Lo prometo.

De momento, me quedo con el estribillo de la cancioncilla:

Los bares, qué lugares

tan gratos para conversar.

No hay como el calor

del amor en un bar.

Iturrimingo

P.D.: He ilustrado este artículo con una imagen del antiguo Bar Basterra; podría haber empleado la fotografía de algún bar en activo, pero no quería hacerle publicidad a nadie y menos gratuita.

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